sábado, 28 de julio de 2012

Balada Del Tuerto


No voy a decir que un suceso determina una vida.
Es demasiado grandilocuente y, francamente, si una sola idiotez determinara todo el tiempo que transcurre a continuación sería faltarle el respeto al excelente esfuerzo que hago para generar las demás idioteces que forman parte del día a día.

No, pero sí creo que puede afectar a un periodo de tiempo determinado.

Hoy, cuando me desperté, rompí mis anteojos. No ambos cristales. No el marco. Se rajo uno de las dos ventanas al universo que tengo.
Basado en hechos reales.

Me siento aislado. Me siento discapacitado. Me siento no tenido en cuenta.
En las palabras parafraseadas de otro con más talento que yo, “soy el sentimiento de abandono de Jack”.

Mis urgencias no son consideradas urgencias. El hecho de que este temporalmente tuerto parece no afectar ni importar a la sociedad. Ni siquiera a aquellos imprudentes e inconscientes que se acercan a mi auto por el lado derecho.
Los ignoro, porque medio que no me queda otra, y les deseo una existencia larga y duradera con el tradicional dedo medio extendido en clara respuesta a las traducciones de insultos que realizan sus bocinas.
¿Cómo ignoras a alguien sin bañarse, con ropa extremadamente de entre casa, con un vidrio roto en sus anteojos que recorre de punta a punta los pasillos de un shopping buscando una óptica de emergencia?
“Soy el ego desinflado de Jack”.

La decepción dura 4 horas. La emergencia se mantiene, pero el principio de hemorroides por el exceso de asiento-de-auto me hace abandonar la búsqueda.

Y como un veterano de una guerra perdida vuelvo a casa, con un ojo menos (o algo así, déjenme exagerar un poco), el extremo inferior de mi aparato digestivo recordándome que existe, y la actitud más derrotista que se puede obtener de tan inconveniente aventura.

martes, 24 de julio de 2012

Lo Autenticamente Decadente


Todo es decadente.

Esto no es una declaración con aires intelectualoides. Hablo de la decadencia real, física, palpable que todas las cosas experimentan. No de aquella decadencia cultural, social o política que cada generación al envejecer declara que la que la precede protagoniza, impulsa y produce. Por lo menos, no ahora.
Hablo de paredes derruidas y de fierros oxidados. De tetas caídas y pelo cano. Hablo del decaimiento que insistimos en evitar o del que elegimos ignorar.

El tema es que la naturaleza insiste en frotarnos en la cara su “sabiduría” y deja que las cosas se pudran. Que decaigan y dejen de existir. Es más: la muy turra no solo deja sino que produce el decaimiento y posterior inexistencia.
Claro que algunos dirán: “no es decadencia y desaparición, es transformación blablablablabla”. A esos déjenme decirles que ese argumento no me reconforto para nada la vez que descuidadamente tome leche claramente vencida (chistes muy boludos para ser pensados por seres inteligentes de cualquier lugar, salvo la Tierra, insértense mentalmente después de leer la frase “leche claramente vencida”).

Y sin embargo insistimos en ocultar y mitigar los efectos de la decadencia natural. Nos rebelamos ante esta injusticia pudiendo aprovechar el tiempo en mirar películas en Cuevana o voyeuriar en facebook.

Porque admitámoslo: si hay un argumento que apuntale mejor mi irrefrenable necesidad de evitar por todos los medios hacer algo para remediar cualquiera de las reparaciones de la casa que amenazan con alejarme del rascabolismo supremo al que intento dedicarme como objetivo de vida, ese es el que acabo de exponer.

Eso.

Así que dejame en paz.

O llama a un pintor.
O a un plomero.

domingo, 22 de julio de 2012

Shadow Boxing


Ayer vi a un loco.
Jogging derruido, pantalones cortos arriba, muy sudado, con esa suciedad con olor que se ve, barbado y boxeando con su sombra, todo en la calle, en el cruce con una avenida, mientras el semáforo estaba en rojo.
Unos pibes, limpiando los vidrios de los que esperaban perpendicularmente a nosotros, lo bardeaban medio de lejos. Repetían insultos y lo alentaban a que continuara con lo suyo.
Mi hermana expuso su teoría en ese momento: todos los locos tienen un pasado glorioso. “Debe haber sido boxeador”.
La idea de que es necesario tener mucho, perderlo todo y que así nos volvamos locos no me apetece del todo.

Una vez escuche que decían que para volverse loco solo se necesitan tres días especialmente de mierda. En el primer día perdes tu trabajo. En el segundo tu mujer te deja. Para el tercero no necesitas algo muy drástico: alcanza con que no haya agua caliente o pierdas el bondi.
Tres días y toda la construcción de la vida se derrumba.

Tres días y uno se desconecta de la sociedad.

También escuche en otro lado, quizás de algún standapero, que la conceptualización de loco es un poco menos que irracional. ¿Qué es más loco? Levantarse día tras día y repetir rutinas aceptando que la vida nunca más va ir mas allá de eso, o levantarse y decir “Creo que hoy voy a terminar la nave espacial hecha con botellas que tengo en el patio”. 

Alejarse de la realidad, pero solo un poco. Quizás alguna droga recreativa. Quizás un poco de música a niveles alarmantes en auriculares que nos aíslan del mundo. Quizás la abstracción del ensimismamiento.

Todos estamos a tres días de volvernos locos.

O cuerdos.

sábado, 21 de julio de 2012

Mierda


La humanidad imita en su testarudez e insistencia, la misma actitud que tiene la mierda que se niega a irse en un inodoro tapado.

Somos la mierda y el inodoro.

Estupidez, inconsciencia, irracionalidad. A veces parece que nuestra capacidad de conceptualizar y definir solo está al servicio de nuestra inmensa necesidad de encontrar una acabada forma de descripción de nuestro patetismo.

El hombre no es el lobo del hombre. El hombre el lobo del lobo.

martes, 17 de julio de 2012

Mamones



Si mañana llegara una nave espacial, con un montón de alienígenas, y preguntaran “¿Qué es lo que los iguala como especie?” habría infinidad de respuestas.
Muchos dirían la inteligencia, aunque está sobradamente probado que si fuera un rasgo distintivo de la humanidad seriamos nosotros quienes estaríamos visitando otro planeta.
Otros dirían la conciencia de sí mismos. Un verdadero avance evolutivo que hasta ahora nos permitió reconocernos en espejos de aguas sin ahogarnos en el proceso (palazo para vos, estúpido Narciso).
Yo me atrevo a diferir. Lo que nos iguala como especie y nos hermana con la gran mayoría del resto de las especies es que somos mamíferos. Nuestro rasgo distintivo es que chupamos tetas. Nacemos y lo más importante del universo es una teta. Se nos va la vida por una teta!
Somos dependientes de la teta que nos brinda lo que necesitamos para vivir.
Crecemos y decimos que no necesitamos más teta. O nos destetan. Pero siempre volvemos. Algunos se obsesionan con tetas ajenas. Otras se obsesionan de conseguir algún upgrade en las propias.
Pero somos tetadependientes.
La sociedad es dependiente de la teta del siglo de las luces: el contrato social. La asociación entre la teta y el que la chupa.
Acá estamos, mendigando calor, ternura y alimento de un apéndice graso con glándulas.


Si mañana llegara una nave espacial, con un montón de alienígenas, y preguntaran “¿Qué es lo que los iguala como especie?” no habría infinidad de respuestas.
Creo que nos llevaríamos el dedo a la boca en la añoranza teteril y con la sabiduría que solo los actos reflejos tienen succionaríamos con nerviosismo y avidez esperando que la existencia solo haya sido una pesadilla.

miércoles, 11 de julio de 2012

De Adicciones Modernas


Yo Fui Un Joven Voyerista. Así se podría llamar ese capítulo de mi biografía anti-best seller.
La verdad es que desde que las redes sociales aparecieron (alrededor del comienzo de mi juventud) me convertí en un voyerista digital.
ME GUSTA ESPIAR VIDAS.
Cuando la onda recién comenzó solo había Fotolog’s. El inmiscuirse en la vida ajena tenía un cierto ejercicio de la imaginación en esas épocas. No todo se expresaba allí, y lo que se expresaba SOLO se podía hacer una vez al día, lo que posibilitaba el uso de la imaginación para completar los “huecos” entre foto y foto. En muchos casos la imaginación onanista no era necesaria: en esta dorada época el control era tan pobre que las adolescentes-que-les-gusta-ponerse-en-bolas no tenían ningún impedimento para hacer lo suyo.
Recuerdo el “linkeo” constante entre otros usuarios que aparecían en la barrita del costado y el indague en esa nueva existencia se mostraba en mi pantalla.
LA ERA FACEBOOK ME ARRUINO LA VIDA.
Mi adicción no tiene recuperación. No hay doce pasos que alcancen para bajármela.
Es que ES TAN FACIL chusmear ah que es imposible que no lo haga. Encima te sugieren LOS HIJOS DE PUTA!!!
Pasarte 2 horas mirando biografías de gente a la que linkeaste por haber hecho comentarios en un meme que te resulto gracioso DEFINITIVAMENTE es causa justa para una muy pertinente, veloz y necesaria internación neuropsiquiatrica.
Estúpidas zorras-fake que arruinan fantasías.
Estúpidos Grupos que me recuerdan que en la virtualidad solo se reafirman las idioteces.
Estúpidas fotos en las que me etiquetan.
Estúpido yo que me gusta tanto la divergencia temporal de mi existencia limitada e insatisfactoria.
Unfriend a todos.