martes, 21 de agosto de 2012

Fantasias (des)Animadas De Ayer Y Hoy

Llueve otra vez y me fastidia demasiado.
No es el dolor de huesos ni la humedad en la ropa. No es mi irracional sensación de desamparo y peligro inminente ante cualquier pequeña tormenta (probablemente un trauma que me regalo el destino haciendo diluviar sobre mi humilde cuerpo y el de otros miles en la última y única visita de los Foo Figthers en la cancha de River) o el limpiaparabrisas que me funciona mal y me deja esa línea de agua dibujada que me enerva y me hace pensar en que debería volver al galeno mental.

Me fastidia porque me hace odiar a Manchester. O a Londres.
Arruina mis fantasías depresivas de un mundo signado por los días nublados, la tenue llovizna y algún tema de The Smiths o Housemartins escuchados en auriculares. Me la baja, como dice el piberío ahora.
Me hace darme cuenta que estoy viejo para el imaginario brit-pop de la peor manera. Es como encontrar a la piba esa que te gustaba demasiado cuando eras chico y darte cuenta que aun ahora, después de todo, todavía está fuera de tu liga.
La lluvia, según su duración, tiene ese mismo efecto sobre el mundo.

El chaparrón caudaloso o la lluvia de un día limpian el asfalto. Moja lo suficiente como para sorprender y arruinar o crear planes.
Si se extiende unos días el paraguas y la campera pierden su carácter de “de vez en cuando” y se convierten en molestias habituales. Las veredas ya no están limpias porque el agua deja de limpiar y ensucia. Los trapos de piso a la entrada de cualquier lugar resultan engorrosos, pero necesarios.
A la semana de lluvias el agua caída se encargó de derruir la calle. Los baches se agrandan, se llenan de agua y te hacen dejar medio tren delantero en cualquier lugar. Las baldosas, el agua y los pantalones tienen un historial record de tríos que ninguna estrella porno filipina podrá alcanzar. Los recaudos de limpieza y sequedad ya no se toman y todos los pisos se convierten en un heterogéneo muestrario de huellas húmedas y sucias.

Cuando llueve demasiado tiempo el mundo se vuelve pegajoso, molesto. El mundo se vuelve real y rutinario.
La lluvia pierde ese aspecto de excepcionalidad que me permite fantasear con algún escape de la matrix diaria. Ya no puedo decir “como llueve, eh?” a cualquiera y no merecer la pena de muerte social (y el deseo de una en el marco de lo real). Ya no puedo ignorar la necesidad de previsión (aunque sea tener un paraguas a mano) durante el día y ese pequeño margen de utopía antirutinaria desaparece. Ya no puedo llegar empapado a casa y ponerle cara de pollito mojado a mi compañía habitual (con practica y alguna clase de teatro eso suele terminar en tecito/sopa y sexo bajo las frazadas).
La fantasía se acabó y me hinchó las bolas. Y si vuelvo a escuchar otra canción deprimente sobre novias en coma o cualquier otra experiencia anglosajona de deleite depresivo juro abrazar la herencia musical del barrio y hundirme hasta la medula en cumbias y centroamericanismos que son tan artificiales como los británicos, pero por lo menos tienen más minas que están buenas. Y no se mueren en las canciones.

sábado, 11 de agosto de 2012

Do The Evolution Baby

Vivimos en una época en que la ignorancia es un acto reflejo, lo que nos hace conceptualmente inocentes.
Esta es la época en la que la inocencia no se define como “el que carece de culpabilidad”, sino “el que no puede ser culpado”.

Vivimos en una época de sobreinformacion, y nos definimos por nuestra relación con ella. Y nuestra relación es un matrimonio soso y asexuado con hijos que duermen en nuestra cama y con mucho Tinelli en nuestra vida.

Hoy, para escribir esta columna, decidí informarme. Tenía una idea acerca de la desinformación de rebaño, pero nunca pensé que me iba a descubrir diciendo meeee *1.

¿Alguna vez intentaron poner “Genocidio” en Google?
No hay un puto centímetro cuadrado del mundo que no esté regado de sangre. No hay pueblo, nación, grupo de gente, Club Social y Deportivo que no haya sido víctima o victimario.

Solo en los últimos 200 años se cortaron orejas y manos de Onas, vendiéndolas a un libra la pieza. En el s.XIX los Tutsi conquistaron a los Hutu y les cortaron (literalmente) las bolas para adornar los tambores. En 1994, después de gobiernos coloniales, los Hutu en el poder se gastaron guita que no tenían y le dieron a uno de cada tres hombres un machete nuevo. Adivinen para que.
Entre 1932  y 1933 murieron entre 7 y 10 millones de personas en Ucrania. De hambre.
Y siguen…

Los motivos (posta, hay razonamientos sobre esto) van desde conflictos raciales, étnicos, políticos, religiosos hasta “porque trabajaban en oficinas” *2.

Tenemos la inocencia de la niñez. Somos inimputables.

Mañana cuando salgas a la calle, camino a donde sea que vayas, mirale la cara a cada persona que te cruces y devolve tu confianza en la humanidad. Recorda que el amor existe, que la amistad entre los hombres es posible, que todo va a mejorar y que la vida es un bien preciado e irreemplazable.

Después, si tenés ganas, sacate la venda de los ojos y pensa: Do The Evolution, baby.



*1: Sonido de ovejita.
*2: Si vivías antes del 17 de abril de 1975 en alguna ciudad de Camboya y de casualidad habías trabajado en una oficina, estabas condenado a muerte.

viernes, 3 de agosto de 2012

Lo Que Pense Mirando "Tamara Drewe"

En el reino, en la plastic ley.


Hay gente fea.
Existen. No es una cuestión de percepciones. Son una realidad ineludible.
Podría haber dicho somos una realidad ineludible pero no formo parte del colectivo feistico. La mediocridad se impone hasta en las circunstancias estéticas de mi persona.

Pero la verdad es que existen.

El tema con la fealdad es su relación con la inteligencia, o con la percepción de esta última.
Nadie cuestiona la inteligencia de un/a feo/a. Es casi un insulto a la providencia considerar que alguien puede ser feo e idiota: ningún dios puede ser tan colérico.
Asimismo cuestionar la inteligencia de alguien lindo/a es lo más natural del mundo. Bla bla bla bla, mismo argumento neo-teo-lógico.

Lo bueno que esta reflexión no se despega de una investigación larga y compleja. Basta con darse cuenta que para las madres siempre su hijo es el más lindo de todos, pero casi nunca el más inteligente.

Últimamente el concepto de belleza en el barrio parece haber mutado a una estética Boteristica. Pero con calzas.


La humanidad, mas allá de los límites de mi mundo (demarcado lúgubremente con rejas con lonas verdes) parece haber perdido el iniciático conocimiento de la  vergüenza que Adán y Eva nos consiguieron en el paraíso y que motivo la más sobre-exagerada reacción del dios de Abraham e Isaac.

La humanidad, mas allá de los limites de mi mundo, se flanderizo y disfruta del lema “es como si no llevara nada puesto” más de lo que debería ser posible y creíble.

Y desde acá, como un ejemplo de estoicismo, miro al desfile pasar.

En joggings y ojotas.