El sábado a la
mañana en la plaza de caseros es una correcta teatralización de los objetivos
de nuestra sociedad. Es un lugar donde se traen a los más jóvenes para su
esparcimiento y regocijo, y para que gasten su muy natural exceso de energía física.
Es la “socialización” de los más viejos y el malgasto de su, también natural,
exceso de energía parlante. Son las personas
en su mediana edad viviendo el presente.
Todos bajo el sol que iguala en su omnipresencia temporal, pero que con su luz saca a relucir las diferencias.
Todos bajo el sol que iguala en su omnipresencia temporal, pero que con su luz saca a relucir las diferencias.
La primavera trajo
verde a la plaza y la vida parece resurgir, pero lo único que hace es
desentonar con el paisaje gris de los caminos cementados.
Hay mascotas paseando
atadas a sus dueños. Hay personas paseando atadas a la sociedad. Todos somos
mascotas con un collar al cuello y el tiempo pasa, el viento pasa, el mundo
pasa, y nosotros paseamos.
La plaza es la
naturaleza condicionada a nuestras necesidades.
Las mascotas son animales condicionados a nuestras necesidades.
Nosotros ejercemos un control mutuo sobre los demás: el panóptico existe desde que el primer clan familiar dejo empezó a reunirse alrededor de un fuego.
Las mascotas son animales condicionados a nuestras necesidades.
Nosotros ejercemos un control mutuo sobre los demás: el panóptico existe desde que el primer clan familiar dejo empezó a reunirse alrededor de un fuego.
Eso es la plaza de
caseros. Un lugar donde los sentimientos se expresan, la muerte se siente cerca
y el futuro suda, grita y ríe.