martes, 11 de diciembre de 2012

Con Los Pies En El Barro

“El futuro llego hace rato”. Esa frase es insultantemente reveladora.
La imagen de un pibe caminando un lunes a las dos de la tarde, descalzo, en shorts, sin remera y con un Smartphone con 100.000 veces más poder de computo que el Modulo Lunar del 69’ es ilustrativa de esa frase.

La humanidad en su pico máximo, intentando alcanzar las estrellas hace 43 años y el pibe de hoy, con su extremo inferior en íntimo contacto con la tierra y su extremo superior convertido a través de la tecnología en acceso a la fuente de información más vasta que la humanidad y la historia conocida vio jamás. Ambos ejemplos se contradicen pero la temporalidad nos aclara que uno es el hijo del otro, pero como en toda relación padre-hijo el conflicto generacional y el cambio de paradigma asociado es evidente.

La generación del 69’ poniendo a personas en el espacio, llevándolas a la Luna y trayéndolas de vuelta es la humanidad alcanzando las estrellas pero limpiándose el barro (de las desigualdades sociales, la discriminación a cara descubierta y el inicio de la desaparición de las libertades que la siguiente década trajo sobre el mundo del oeste) de los pies antes de subir a una nave completamente aséptica.
La generación actual, que no tiene el impulso estelar y que con los pies llenos de barro no se entera de que el barro existe y que la asepsia del mundo virtual, aunque engañe a los sentidos, es irreal en sus fundamentos. Una generación que no solo piensa que el árbol que se cae en el bosque no hace ruido si no hay nadie para escucharlo, sino que además prefiere no saber del árbol, de su caída y de la existencia del bosque.

Y el barro ahí, entre los dedos de los pies, recordándonos de donde salimos y que todo paso que damos es caída.



domingo, 7 de octubre de 2012

Carta Abierta Para Los Revolucionarios Conspirativos


Y mientras que algunos elucubran la destrucción, la misma ya fue planeada por la madre de las conspiraciones, aquello de lo que somos células que forman el organismo al que pertenecemos.

¿Qué rebelión encabezaría un riñón, portando un estandarte separatista del sistema digestivo?
¿Cuál sería el titulo del manifiesto escrito por el colectivo de pólipos intestinales?
¿Qué es lo que nos lleva a pensar que el individualismo garantiza nuestra importancia?

El desacuerdo es parte fundamental de las concordancias. No reconocer que la opinión es solo escapismo del reconocimiento de la insignificancia de aquel que es parte de los seis mil millones de otros que comparten habitación con uno mismo, es ignorar lo previo.

Hay un sentimiento que me rodea y es que lo inevitable existe y se repite sin cesar, y esa falta de tope es lo que la afirma y le da su status de existente.
Me dice que todo está en su prefecto lugar, como si de un rompecabezas se tratara, y al mismo tiempo sus partes son móviles y todo el esquema es perfecto y perfectible al mismo tiempo. Que el rebelde y el sumiso son mutuos reflejos conceptuales y que el prefijo contra no modifica las palabras sino que meramente las adjetiviza sin cambiar sus componentes esenciales.

El sistema existe y lo hace utilizando la misma burda estratagema que la fe: nosotros los que lo nombramos lo creamos. Existe porque si. Porque somos la carne que lo alimenta, los rebeldes que lo niegan y le dan entidad en el mismo paso, los ignorantes que lo aceptan sin permitirse dudar, y los cínicos que lo entienden y se permiten disfrutar del tránsito a través (temporal y físicamente) de el.

¿Qué revolución puede suceder sin la validez de los argumentos?

domingo, 30 de septiembre de 2012

Insolación Sabática


El sábado a la mañana en la plaza de caseros es una correcta teatralización de los objetivos de nuestra sociedad. Es un lugar donde se traen a los más jóvenes para su esparcimiento y regocijo, y para que gasten su muy natural exceso de energía física. Es la “socialización” de los más viejos y el malgasto de su, también natural, exceso de energía parlante. Son las personas en su mediana edad viviendo el presente.
Todos bajo el sol que iguala en su omnipresencia temporal, pero que con su luz saca a relucir las diferencias.

La primavera trajo verde a la plaza y la vida parece resurgir, pero lo único que hace es desentonar con el paisaje gris de los caminos cementados.

Hay mascotas paseando atadas a sus dueños. Hay personas paseando atadas a la sociedad. Todos somos mascotas con un collar al cuello y el tiempo pasa, el viento pasa, el mundo pasa, y nosotros paseamos.

La plaza es la naturaleza condicionada a nuestras necesidades.
Las mascotas son animales condicionados a nuestras necesidades.
Nosotros ejercemos un control mutuo sobre los demás: el panóptico existe desde que el primer clan familiar dejo empezó a reunirse alrededor de un fuego.

Eso es la plaza de caseros. Un lugar donde los sentimientos se expresan, la muerte se siente cerca y el futuro suda, grita y ríe.

sábado, 22 de septiembre de 2012

La Negacion De La Mentira

La mentira es un modo de vida. Es una forma de comunicación. Es un uso del lenguaje. Es una construcción conceptual volátil y al mismo tiempo estructura de la sociedad en la que vivimos.
El uso de ella en los niños es reconocido como prueba de avance intelectual. El uso de ella en el último estadio de la vejez se llama Alzheimer y lo provoca nuestro mismo cuerpo.
Somos una mentira. Nos ubicamos en el tope de los animales, nos separamos de esa clasificación. Nos desligamos de nuestra unión con el entorno. Ignoramos nuestros pies llenos del barro que conforma la realidad. Miramos hacia adelante y decimos que el horizonte es infinito, cuando la realidad y la curvatura de la tierra nos podría mostrar que dando una vuelta completa lo único que miramos al mirar adelante es nuestro agujero del culo.
Ni siquiera miramos hacia arriba, allá adonde no existe la humanidad ni su transpiración diaria. No miramos al espacio, inerte, insípido e indoloro. No miramos nada.
La virtualidad es una mentira. El mundo a través de los ojos de cualquiera es otra. La interpretación sensorial y la electrónica, la una sobre la otra o todo junto, son mentiras.
Pero casi nadie tiene la voluntad de mentir. Lo que hacemos es negar. Renegar. Ignorar. Omitir.
Mirar para el otro costado.
¿Cuál es la ganancia que obtenemos no mirando al tipo que duerme en la calle? Mirémoslo y abracemos la puta realidad en la que vivimos. Experimentemos alegremente la sucesión de  temor, angustia y expiación que nos da reconocer que podríamos hacer algo, pero que no es nuestra culpa y que hay otra gente que va a ayudar a esa alma. O no.
Nuestra vida es un hecho. Una realidad. Innegable y, a veces, innecesaria. No somos los únicos en la Tierra y todos los demás son individuos. No nos neguemos negando a los demás.
Sigamos mintiendo e ignorando todo lo que nos plazca, pero hagámoslo a conciencia y con placer.

lunes, 3 de septiembre de 2012

La Larga Marcha

Los lunes son especiales.
Es el día de comienzo de La Larga Marcha. Es cuando la rutina nomenclada por una convención (convención de convencional, squares que todos somos, hasta la rebeldía en si, programada para existir) da lugar al comienzo de la semana.
La Larga Marcha es algo para lo que nos preparamos toda la vida. Tal cual como en una maratón, nos entrenamos para poder soportar el tránsito a través de ella, y como en dicha disciplina deportiva, no todos logran terminarla.
Los laureles no son para los ganadores, ni para los preparadores, ni para los espectadores. Los laureles son para los que no participan, por decisión o por fracaso.
Todos nosotros, los que la protagonizamos (o nos gusta creer que lo hacemos), largamos a distinto tiempo o a destiempo, pero el objetivo es el mismo. Las rutas son independientes y a veces se cruzan: es entonces cuando se reconocen a los compañeros momentáneos de ruta, aquellos que como yo se sientan en sus autos con destino predefinido y movimientos de autómatas.
El sol naciente, golpeando fuerte en los ojos y el obligatorio pestañeo nos iguala, y el viejo objeto de esperanza, aquel que defiende la singularidad y subjetividad de cada uno, pero la igualdad de todos vuelve a mi mente y me fuerza a volver al mundo real donde las cosas importan.
En La Larga Marcha todo importa pero el final es el mismo. Y en la línea de llegada no hay laureles para nadie, ni para los que la recorrieron ni para los que se mantuvieron aparte. Porque los laureles no existen, ni la marcha, ni los competidores. Porque los recuerdos son efímeros y su importancia se maximiza a medida que las neuronas se apagan. Porque no hay Larga Marcha, pero si Camino. Y el recorrido conforma (de dar forma y de conformarse con ella) lo importante y los laureles.

martes, 21 de agosto de 2012

Fantasias (des)Animadas De Ayer Y Hoy

Llueve otra vez y me fastidia demasiado.
No es el dolor de huesos ni la humedad en la ropa. No es mi irracional sensación de desamparo y peligro inminente ante cualquier pequeña tormenta (probablemente un trauma que me regalo el destino haciendo diluviar sobre mi humilde cuerpo y el de otros miles en la última y única visita de los Foo Figthers en la cancha de River) o el limpiaparabrisas que me funciona mal y me deja esa línea de agua dibujada que me enerva y me hace pensar en que debería volver al galeno mental.

Me fastidia porque me hace odiar a Manchester. O a Londres.
Arruina mis fantasías depresivas de un mundo signado por los días nublados, la tenue llovizna y algún tema de The Smiths o Housemartins escuchados en auriculares. Me la baja, como dice el piberío ahora.
Me hace darme cuenta que estoy viejo para el imaginario brit-pop de la peor manera. Es como encontrar a la piba esa que te gustaba demasiado cuando eras chico y darte cuenta que aun ahora, después de todo, todavía está fuera de tu liga.
La lluvia, según su duración, tiene ese mismo efecto sobre el mundo.

El chaparrón caudaloso o la lluvia de un día limpian el asfalto. Moja lo suficiente como para sorprender y arruinar o crear planes.
Si se extiende unos días el paraguas y la campera pierden su carácter de “de vez en cuando” y se convierten en molestias habituales. Las veredas ya no están limpias porque el agua deja de limpiar y ensucia. Los trapos de piso a la entrada de cualquier lugar resultan engorrosos, pero necesarios.
A la semana de lluvias el agua caída se encargó de derruir la calle. Los baches se agrandan, se llenan de agua y te hacen dejar medio tren delantero en cualquier lugar. Las baldosas, el agua y los pantalones tienen un historial record de tríos que ninguna estrella porno filipina podrá alcanzar. Los recaudos de limpieza y sequedad ya no se toman y todos los pisos se convierten en un heterogéneo muestrario de huellas húmedas y sucias.

Cuando llueve demasiado tiempo el mundo se vuelve pegajoso, molesto. El mundo se vuelve real y rutinario.
La lluvia pierde ese aspecto de excepcionalidad que me permite fantasear con algún escape de la matrix diaria. Ya no puedo decir “como llueve, eh?” a cualquiera y no merecer la pena de muerte social (y el deseo de una en el marco de lo real). Ya no puedo ignorar la necesidad de previsión (aunque sea tener un paraguas a mano) durante el día y ese pequeño margen de utopía antirutinaria desaparece. Ya no puedo llegar empapado a casa y ponerle cara de pollito mojado a mi compañía habitual (con practica y alguna clase de teatro eso suele terminar en tecito/sopa y sexo bajo las frazadas).
La fantasía se acabó y me hinchó las bolas. Y si vuelvo a escuchar otra canción deprimente sobre novias en coma o cualquier otra experiencia anglosajona de deleite depresivo juro abrazar la herencia musical del barrio y hundirme hasta la medula en cumbias y centroamericanismos que son tan artificiales como los británicos, pero por lo menos tienen más minas que están buenas. Y no se mueren en las canciones.

sábado, 11 de agosto de 2012

Do The Evolution Baby

Vivimos en una época en que la ignorancia es un acto reflejo, lo que nos hace conceptualmente inocentes.
Esta es la época en la que la inocencia no se define como “el que carece de culpabilidad”, sino “el que no puede ser culpado”.

Vivimos en una época de sobreinformacion, y nos definimos por nuestra relación con ella. Y nuestra relación es un matrimonio soso y asexuado con hijos que duermen en nuestra cama y con mucho Tinelli en nuestra vida.

Hoy, para escribir esta columna, decidí informarme. Tenía una idea acerca de la desinformación de rebaño, pero nunca pensé que me iba a descubrir diciendo meeee *1.

¿Alguna vez intentaron poner “Genocidio” en Google?
No hay un puto centímetro cuadrado del mundo que no esté regado de sangre. No hay pueblo, nación, grupo de gente, Club Social y Deportivo que no haya sido víctima o victimario.

Solo en los últimos 200 años se cortaron orejas y manos de Onas, vendiéndolas a un libra la pieza. En el s.XIX los Tutsi conquistaron a los Hutu y les cortaron (literalmente) las bolas para adornar los tambores. En 1994, después de gobiernos coloniales, los Hutu en el poder se gastaron guita que no tenían y le dieron a uno de cada tres hombres un machete nuevo. Adivinen para que.
Entre 1932  y 1933 murieron entre 7 y 10 millones de personas en Ucrania. De hambre.
Y siguen…

Los motivos (posta, hay razonamientos sobre esto) van desde conflictos raciales, étnicos, políticos, religiosos hasta “porque trabajaban en oficinas” *2.

Tenemos la inocencia de la niñez. Somos inimputables.

Mañana cuando salgas a la calle, camino a donde sea que vayas, mirale la cara a cada persona que te cruces y devolve tu confianza en la humanidad. Recorda que el amor existe, que la amistad entre los hombres es posible, que todo va a mejorar y que la vida es un bien preciado e irreemplazable.

Después, si tenés ganas, sacate la venda de los ojos y pensa: Do The Evolution, baby.



*1: Sonido de ovejita.
*2: Si vivías antes del 17 de abril de 1975 en alguna ciudad de Camboya y de casualidad habías trabajado en una oficina, estabas condenado a muerte.

viernes, 3 de agosto de 2012

Lo Que Pense Mirando "Tamara Drewe"

En el reino, en la plastic ley.


Hay gente fea.
Existen. No es una cuestión de percepciones. Son una realidad ineludible.
Podría haber dicho somos una realidad ineludible pero no formo parte del colectivo feistico. La mediocridad se impone hasta en las circunstancias estéticas de mi persona.

Pero la verdad es que existen.

El tema con la fealdad es su relación con la inteligencia, o con la percepción de esta última.
Nadie cuestiona la inteligencia de un/a feo/a. Es casi un insulto a la providencia considerar que alguien puede ser feo e idiota: ningún dios puede ser tan colérico.
Asimismo cuestionar la inteligencia de alguien lindo/a es lo más natural del mundo. Bla bla bla bla, mismo argumento neo-teo-lógico.

Lo bueno que esta reflexión no se despega de una investigación larga y compleja. Basta con darse cuenta que para las madres siempre su hijo es el más lindo de todos, pero casi nunca el más inteligente.

Últimamente el concepto de belleza en el barrio parece haber mutado a una estética Boteristica. Pero con calzas.


La humanidad, mas allá de los límites de mi mundo (demarcado lúgubremente con rejas con lonas verdes) parece haber perdido el iniciático conocimiento de la  vergüenza que Adán y Eva nos consiguieron en el paraíso y que motivo la más sobre-exagerada reacción del dios de Abraham e Isaac.

La humanidad, mas allá de los limites de mi mundo, se flanderizo y disfruta del lema “es como si no llevara nada puesto” más de lo que debería ser posible y creíble.

Y desde acá, como un ejemplo de estoicismo, miro al desfile pasar.

En joggings y ojotas.
                                                                                                                                                                                                                                      

sábado, 28 de julio de 2012

Balada Del Tuerto


No voy a decir que un suceso determina una vida.
Es demasiado grandilocuente y, francamente, si una sola idiotez determinara todo el tiempo que transcurre a continuación sería faltarle el respeto al excelente esfuerzo que hago para generar las demás idioteces que forman parte del día a día.

No, pero sí creo que puede afectar a un periodo de tiempo determinado.

Hoy, cuando me desperté, rompí mis anteojos. No ambos cristales. No el marco. Se rajo uno de las dos ventanas al universo que tengo.
Basado en hechos reales.

Me siento aislado. Me siento discapacitado. Me siento no tenido en cuenta.
En las palabras parafraseadas de otro con más talento que yo, “soy el sentimiento de abandono de Jack”.

Mis urgencias no son consideradas urgencias. El hecho de que este temporalmente tuerto parece no afectar ni importar a la sociedad. Ni siquiera a aquellos imprudentes e inconscientes que se acercan a mi auto por el lado derecho.
Los ignoro, porque medio que no me queda otra, y les deseo una existencia larga y duradera con el tradicional dedo medio extendido en clara respuesta a las traducciones de insultos que realizan sus bocinas.
¿Cómo ignoras a alguien sin bañarse, con ropa extremadamente de entre casa, con un vidrio roto en sus anteojos que recorre de punta a punta los pasillos de un shopping buscando una óptica de emergencia?
“Soy el ego desinflado de Jack”.

La decepción dura 4 horas. La emergencia se mantiene, pero el principio de hemorroides por el exceso de asiento-de-auto me hace abandonar la búsqueda.

Y como un veterano de una guerra perdida vuelvo a casa, con un ojo menos (o algo así, déjenme exagerar un poco), el extremo inferior de mi aparato digestivo recordándome que existe, y la actitud más derrotista que se puede obtener de tan inconveniente aventura.

martes, 24 de julio de 2012

Lo Autenticamente Decadente


Todo es decadente.

Esto no es una declaración con aires intelectualoides. Hablo de la decadencia real, física, palpable que todas las cosas experimentan. No de aquella decadencia cultural, social o política que cada generación al envejecer declara que la que la precede protagoniza, impulsa y produce. Por lo menos, no ahora.
Hablo de paredes derruidas y de fierros oxidados. De tetas caídas y pelo cano. Hablo del decaimiento que insistimos en evitar o del que elegimos ignorar.

El tema es que la naturaleza insiste en frotarnos en la cara su “sabiduría” y deja que las cosas se pudran. Que decaigan y dejen de existir. Es más: la muy turra no solo deja sino que produce el decaimiento y posterior inexistencia.
Claro que algunos dirán: “no es decadencia y desaparición, es transformación blablablablabla”. A esos déjenme decirles que ese argumento no me reconforto para nada la vez que descuidadamente tome leche claramente vencida (chistes muy boludos para ser pensados por seres inteligentes de cualquier lugar, salvo la Tierra, insértense mentalmente después de leer la frase “leche claramente vencida”).

Y sin embargo insistimos en ocultar y mitigar los efectos de la decadencia natural. Nos rebelamos ante esta injusticia pudiendo aprovechar el tiempo en mirar películas en Cuevana o voyeuriar en facebook.

Porque admitámoslo: si hay un argumento que apuntale mejor mi irrefrenable necesidad de evitar por todos los medios hacer algo para remediar cualquiera de las reparaciones de la casa que amenazan con alejarme del rascabolismo supremo al que intento dedicarme como objetivo de vida, ese es el que acabo de exponer.

Eso.

Así que dejame en paz.

O llama a un pintor.
O a un plomero.

domingo, 22 de julio de 2012

Shadow Boxing


Ayer vi a un loco.
Jogging derruido, pantalones cortos arriba, muy sudado, con esa suciedad con olor que se ve, barbado y boxeando con su sombra, todo en la calle, en el cruce con una avenida, mientras el semáforo estaba en rojo.
Unos pibes, limpiando los vidrios de los que esperaban perpendicularmente a nosotros, lo bardeaban medio de lejos. Repetían insultos y lo alentaban a que continuara con lo suyo.
Mi hermana expuso su teoría en ese momento: todos los locos tienen un pasado glorioso. “Debe haber sido boxeador”.
La idea de que es necesario tener mucho, perderlo todo y que así nos volvamos locos no me apetece del todo.

Una vez escuche que decían que para volverse loco solo se necesitan tres días especialmente de mierda. En el primer día perdes tu trabajo. En el segundo tu mujer te deja. Para el tercero no necesitas algo muy drástico: alcanza con que no haya agua caliente o pierdas el bondi.
Tres días y toda la construcción de la vida se derrumba.

Tres días y uno se desconecta de la sociedad.

También escuche en otro lado, quizás de algún standapero, que la conceptualización de loco es un poco menos que irracional. ¿Qué es más loco? Levantarse día tras día y repetir rutinas aceptando que la vida nunca más va ir mas allá de eso, o levantarse y decir “Creo que hoy voy a terminar la nave espacial hecha con botellas que tengo en el patio”. 

Alejarse de la realidad, pero solo un poco. Quizás alguna droga recreativa. Quizás un poco de música a niveles alarmantes en auriculares que nos aíslan del mundo. Quizás la abstracción del ensimismamiento.

Todos estamos a tres días de volvernos locos.

O cuerdos.

sábado, 21 de julio de 2012

Mierda


La humanidad imita en su testarudez e insistencia, la misma actitud que tiene la mierda que se niega a irse en un inodoro tapado.

Somos la mierda y el inodoro.

Estupidez, inconsciencia, irracionalidad. A veces parece que nuestra capacidad de conceptualizar y definir solo está al servicio de nuestra inmensa necesidad de encontrar una acabada forma de descripción de nuestro patetismo.

El hombre no es el lobo del hombre. El hombre el lobo del lobo.

martes, 17 de julio de 2012

Mamones



Si mañana llegara una nave espacial, con un montón de alienígenas, y preguntaran “¿Qué es lo que los iguala como especie?” habría infinidad de respuestas.
Muchos dirían la inteligencia, aunque está sobradamente probado que si fuera un rasgo distintivo de la humanidad seriamos nosotros quienes estaríamos visitando otro planeta.
Otros dirían la conciencia de sí mismos. Un verdadero avance evolutivo que hasta ahora nos permitió reconocernos en espejos de aguas sin ahogarnos en el proceso (palazo para vos, estúpido Narciso).
Yo me atrevo a diferir. Lo que nos iguala como especie y nos hermana con la gran mayoría del resto de las especies es que somos mamíferos. Nuestro rasgo distintivo es que chupamos tetas. Nacemos y lo más importante del universo es una teta. Se nos va la vida por una teta!
Somos dependientes de la teta que nos brinda lo que necesitamos para vivir.
Crecemos y decimos que no necesitamos más teta. O nos destetan. Pero siempre volvemos. Algunos se obsesionan con tetas ajenas. Otras se obsesionan de conseguir algún upgrade en las propias.
Pero somos tetadependientes.
La sociedad es dependiente de la teta del siglo de las luces: el contrato social. La asociación entre la teta y el que la chupa.
Acá estamos, mendigando calor, ternura y alimento de un apéndice graso con glándulas.


Si mañana llegara una nave espacial, con un montón de alienígenas, y preguntaran “¿Qué es lo que los iguala como especie?” no habría infinidad de respuestas.
Creo que nos llevaríamos el dedo a la boca en la añoranza teteril y con la sabiduría que solo los actos reflejos tienen succionaríamos con nerviosismo y avidez esperando que la existencia solo haya sido una pesadilla.

miércoles, 11 de julio de 2012

De Adicciones Modernas


Yo Fui Un Joven Voyerista. Así se podría llamar ese capítulo de mi biografía anti-best seller.
La verdad es que desde que las redes sociales aparecieron (alrededor del comienzo de mi juventud) me convertí en un voyerista digital.
ME GUSTA ESPIAR VIDAS.
Cuando la onda recién comenzó solo había Fotolog’s. El inmiscuirse en la vida ajena tenía un cierto ejercicio de la imaginación en esas épocas. No todo se expresaba allí, y lo que se expresaba SOLO se podía hacer una vez al día, lo que posibilitaba el uso de la imaginación para completar los “huecos” entre foto y foto. En muchos casos la imaginación onanista no era necesaria: en esta dorada época el control era tan pobre que las adolescentes-que-les-gusta-ponerse-en-bolas no tenían ningún impedimento para hacer lo suyo.
Recuerdo el “linkeo” constante entre otros usuarios que aparecían en la barrita del costado y el indague en esa nueva existencia se mostraba en mi pantalla.
LA ERA FACEBOOK ME ARRUINO LA VIDA.
Mi adicción no tiene recuperación. No hay doce pasos que alcancen para bajármela.
Es que ES TAN FACIL chusmear ah que es imposible que no lo haga. Encima te sugieren LOS HIJOS DE PUTA!!!
Pasarte 2 horas mirando biografías de gente a la que linkeaste por haber hecho comentarios en un meme que te resulto gracioso DEFINITIVAMENTE es causa justa para una muy pertinente, veloz y necesaria internación neuropsiquiatrica.
Estúpidas zorras-fake que arruinan fantasías.
Estúpidos Grupos que me recuerdan que en la virtualidad solo se reafirman las idioteces.
Estúpidas fotos en las que me etiquetan.
Estúpido yo que me gusta tanto la divergencia temporal de mi existencia limitada e insatisfactoria.
Unfriend a todos.  

viernes, 16 de marzo de 2012

Aceptalo: Sos Concubino



Discutir sin un objeto concreto y simulando o no-aceptando nuestra etaria maduración, debería ser la definición del diccionario para “Concubinos”.

Los tópicos de las discusiones suelen ser ridículos. Van desde el clásico “¿Quién apretó el dentífrico de la mitad y lo dejo sin tapa?” a “¿Cómo que no compraste preservativos?” (siendo fruto de una coincidencia que en ambos casos hagamos referencia a algo blanco que sale de algo tubular y que a veces termina siendo ingerido por una persona).

Los momentos suelen ser inoportunos. El hecho de olvidar el celular en la habitación mientras te duchas puede provocar el regreso de la Santa Inquisición (formato hogareño) previa revisada de tu pareja de los mensajes intercambiados, así como también la interrupción del “duchazo” así como la proverbial autosatisfacción romántica bajo el agua (que TODAS las personas del planeta Tierra han experimentado alguna vez).

Y los desenlaces suelen tener mucho tanto suspenso que podríamos considerar que nuestras vidas fueron guionadas por Alfred Hitchcock (y conociendo su afición por hacer “cameos” en sus películas comprenderíamos porque nuestros abdomen se hincha y el cabello insiste en desertar de su verdadera patria: el cuero cabelludo) a pesar de que mucho más convencidos agarraríamos cualquier guion de Víctor Maytland.
Suspenso porque aun en las relaciones más rutinarias, hay un horizonte incierto al final de cualquier conflicto nimio o inconmensurable. La pelea por “te toca lavar los platos porque yo hice la comida” puede terminar siendo la batalla más definitoria desde el desembarco de Normandía, peleada centímetro a centímetro sin aflojar y con una furia extrema, y el final podría ser tan sorpresivo como que alguno de los dos termine durmiendo la próxima semana en un colchón tirado en el living de Mamá.

“Concubinos” puede convertirse en “atrapado-sin-salida” o “compañeros-de-por-vida” (con un mínimo de musicalidad en ese versito) dependiendo de nuestra predisposición.

Pero, reconozcámoslo: ¿Cuáles son las chances de hoy, después de leer esto y reflexionar, no discutas? 

Seguramente hay muchas más chances de que, después de leer esto y reflexionar, recuerdes SIEMPRE llevar el celular al baño.